*Oh esa justicia en México. Qué vergüenza. Camelot.

 

AQUEL FEO SUCESO DE TIERRA BLANCA

 

La noticia apareció ayer en Crónica de Tierra Blanca. Asombró el encabezado: “Exoneran a Navarrete y a los 8 polis”. Era el caso del crimen proditorio de los jóvenes de Tierra Blanca, cinco de ellos que fueron detenidos por la policía de Bermúdez Zurita y entregados a un grupo delincuencial, que se habían apoderado del pueblo, incluidos civiles. Atrás de ello salió un desplegado de la Fiscalía de Winckler, donde aseguraba que en Veracruz deben delitos y tienen que pagar condenas. 21 personas que la FGEV tiene acusadas por los presuntos delitos de homicidio y desaparición forzada. Lo que es inconcebible es que la antigua PGR de Peña Nieto no haya podido demostrarles y comprobarles la asociación delictuosa, en su ramo de delincuencia organizada. Esa PGR de Peña siempre fue muy chafa. Pero qué tal para fincarle responsabilidad al panista Ricardo Anaya, cuando le inventaron lo que pudieron para bajarlo de la nube dónde andaba. Si hubiera justicia en este país, me canso ganso que el expresidente Peña debía estar sujeto a proceso y no andar jugando golf y paseando a su linda novia en España, unos por omisión, otros por complicidad. La justicia en México es débil. A veces uno lamenta el esfuerzo de la Marina y la Policía Federal para atrapar malosos, y a los tres días los sueltan, libres para continuar el juicio con una irrisoria fianza de 20 mil pesos, porque las acusaciones van muy endebles, como el caso del chavo pandillero, Alexis, que vivía como multimillonario en edificio departamental de lujo en la Álvaro Obregón, de la Unión Tepito, que a los tres días salió de la cárcel, con todo y que tiene acusación de desaparición de una chica que fue su novia. Qué país el nuestro, a veces es para avergonzarse. Los padres de los jóvenes asesinados en Tierra Blanca, fueron entrevistados en el noticiero de XHJF (Radio Max), Bernardo Benítez Herrera fue contundente. El padre dijo que estaba triste y con impotencia. Apenas hacia 8 días el gobierno de Veracruz, con el gobernador Cuitláhuac García, en discurso público en el Museo de la Memoria y Tolerancia en Ciudad de México, y el gobierno federal, vía el subsecretario Alejandro Encinas, dieron disculpas públicas a los padres, de que sus hijos fueron muertos por animales, y ahora esto, un juez federal los exonera. Dijo el señor Benítez, que también el presidente AMLO había dicho ayer que hablaría con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para que los jueces no anden soltando delincuentes por acusaciones mal hechas, por sobornos o por miedo. Contó también que apenas hace 8 días vieron la carpeta de la Seido del crimen de sus hijos, aquel enero de 2016, un caso que fue llamado el Ayotzinapa de Tierra Blanca, noticia que le dio la vuelta al mundo, en un pueblo sin ley, donde los policías, coludidos con mafiosos civiles, apuntaban el dedo de quién moría y a qué hora lo mataban, como les ocurrió a los cinco jóvenes que entraron al pueblo a desayunar y encontraron la muerte, cuando una patrulla de policías estatales los entregó a la delincuencia, quienes los eliminaron, por confundirlos. El padre cerró la entrevista diciendo que confiaban en que la Fiscalía de Winckler no los deje ir libres. Historia fea, terrible, de un país que clama justicia por sus hijos muertos, y unas autoridades cómplices y omisas que voltean a ver para otro lado. Estos jóvenes no descansarán en paz hasta que esos 21 animales sean sentenciados a varios años de prisión, dijo el padre.

 

LA HISTORIA DEL PERRO

 

Hace dos noches, caminaba con dos amigos por el parque de la Concordia, en nuestros ejercicios para la salud. De repente vimos a un perro echado. Uno afirmó que estaba muerto. Pobre, pensamos. Nos acercamos y husmeábamos su cuerpo tendido y rendido. Comenzó a juntarse más gente, en un rato todos éramos expertos veterinarios. Está en las últimas, comentó alguien haciéndole al veterinario que todos llevamos dentro. ¿Qué hacer?, nos preguntamos. Para eso ya éramos unas diez personas las que veíamos que el perro respiraba con dificultad y uno de sus colmillos lo tenía de fuera, señal de que se estaba muriendo. Hablé a una de mis hijas, que es experta en perros, le mandé una foto que le tomé, coincidimos que no estaba ni envenenado, porque no tiraba espuma por el hocico, ni atropellado. Estaba a punto de llamar a la perrera municipal para que lo fueran a ayudar a bien morir, cuando mi propia hija nos dijo: “Muévanlo”, cosa que nos daba miedo no fuera a morder. Un señor en pants lo movió y ¿qué creen? El muy canijo se despertó como diciendo dejen de joder, y entonces aplaudimos. Estaba en la fiaca y caminó unos pasos y fue a echarse en el otro prado. Volvió a descansar y nos fuimos alegres y apenados, alegres porque no estaba muerto, apenados porque no tenemos ni pinche idea de los animalitos. Ni estaba muerto ni andaba de parranda. Fin de la historia de un perro, que parecía muerto pero solo dormía, soñaba quizá con otros perros, o perras. O con tener un hogar, si es que algún dia lo tuvo o nació libre en la calle. Como aquel cochinito que estaba en la cama. Al subirlo a mi Facebook, algunos lectores opinaron qué hacer en esos casos, de lo que me arrepentí fue de no buscarle una cubeta de agua para tomar, quizá el perro estaba deshidratado, porque por esa zona no hay fuentes de agua. Debe ser perro callejero, como le cantó Alberto Cortés: “Era Callejero por derecho propio, fiel a su destino y a su parecer”.

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