Hasta ahora, respeto a la prensa

Arturo Reyes Isidoro / El domingo se cumplirán los primeros cien días del gobierno que encabeza Cuitláhuac García Jiménez.

Es la primera administración surgida de un presunto partido de izquierda, que por sus prácticas se parece más bien a una del PRI.

Algo que a mi juicio merece destacarse es el respeto que hasta ahora han mostrado por la prensa, que ejerce su libertad y su independencia como nunca.

Al ejercicio periodístico profesional le ha hecho bien la falta de apoyo económico gubernamental, pues libre de cualquier compromiso señala lo bueno, pero también lo malo, sin ninguna limitación o consideración.

Es cierto, los recursos económicos son necesarios para el sostenimiento de cualquier empresa, y las periodísticas serias lo son, y sería falso, eso creo, decir que no están viviendo presiones ahora para su permanencia porque no tienen entradas provenientes del gobierno.

Los medios, no sé si todos pero sí creo que la mayoría, han perdido porque no tienen entradas fuertes para cubrir sus necesidades, pero han ganado (y con ellos la sociedad veracruzana) al descubrir o redescubrir su poder como formadores de opinión pública.

Fidel Herrera Beltrán no solo fue generoso con los medios y los periodistas que aceptaron sus términos, sino que incluso llegó al grado del abuso del erario con tal de controlar a todo el que se dejara.

Creo que su gobierno fue el de la verdadera abundancia para muchos al costo de un sometimiento que le solapó todo.

Siempre he creído que llegó a todos los extremos en su sueño, por no decir que en su locura, de creer que podía ser presidente de México.

Quiso forjar una imagen mediática del hombre providencial que iba a salvar al país. La Providencia nos puso a salvo al evitar que prosperara su intención, pues todavía padecemos el desastre en que dejó hecho a Veracruz.

No tuvo, pues, necesidad de reprimir a periodistas debido a que, con sus honrosas excepciones, casi a todos los planchó a punta de billetes, en grande, más que como Dios manda.

Por eso también pudo imponer sin mayor resistencia crítica de la mayoría de los medios a Javier Duarte, cuando era evidente que se trataba de un acto de nepotismo en segundo grado (por calificarlo de alguna forma), pues el gordo era su hijo político putativo.

De hecho, hasta el quinto año del gobierno de Duarte hubo continuismo en su generoso trato con un buen sector de la prensa, hasta que se acabaron los recursos.

Pero a diferencia de su mentor, Javier ejerció represión desde un inicio contra algunos medios, columnistas, reporteros y conductores de noticieros incómodos que criticaban sus desaciertos o sus abusos.

Reprimió en lo personal sin ningún freno de su vocera Gina Domínguez y además cerró espacios periodísticos a las voces críticas, amenazando a sus dueños o directivos con retirarles los apoyos publicitarios en económico que les pagaba si les publicaban o les abrían sus micrófonos (yo padecí las dos cosas).

En el último año, cuando les dejó de pagar, sus “aliados”, incluso algunos que les habían organizado actos de reconocimiento, lo desconocieron y lo cocieron a patadas… mediáticas. Pero fue un represor.

El resurgimiento de lo que ahora bien puede llamarse la nueva prensa de Veracruz inició con el gobierno de Miguel Ángel Yunes, quien ya no volvió a activar los jugosos convenios con la mayoría de los medios, salvo contadas excepciones.

Casi con nadie hubo trato, cabildeo o comunicación y los reporteros que lo cuestionaron en serio sufrieron maltrato verbal por su parte.

En mi caso personal, debo reconocer que pese a mi actitud crítica hacia sus decisiones u omisiones, jamás fui molestado, ni siquiera con una llamada telefónica o algún correo anónimo. Fue respetuoso de mi persona y de mi trabajo.

Su falta de trato y de algún apoyo animó a la prensa, o al menos a la mayoría, a empezar a ejercer su libertad y su independencia hasta volverse, en algunos casos, severamente crítica con él. Terminaron por perderle el miedo que imponía la fama de su pasado como Secretario General de Gobierno.

La actual administración todavía es muy joven como para dar una conclusión, pero hasta ahora se ha mostrado respetuosa pese a ser blanco de críticas a diario.

Al igual que en el gobierno de Yunes, por lo menos hasta ahora tampoco ha hecho algún trato publicitario con algún medio, a menos que lo haya hecho de la forma más discreta posible para que no se sepa, aunque no deja de observarse que de pronto le han salido algunos defensores.

De todos modos, dada la crisis económica que persiste, no se cree que se otorgue publicidad y menos en grandes cantidades salvo a contados medios, si es que finalmente se decide a hacerlo.

Lo que sí es que si bien no en un portal oficial, vía wasap se envía información diaria, que es concentrada en la Coordinación General de Comunicación Social, donde se sabe que se mantiene un constante monitoreo de lo que se publica y se dice lo mismo en los medios que en las redes sociales.

Pero es indudable que hasta hoy ha habido respeto a la libertad de expresión y, considero, tiene que reconocerse en forma abierta. Se esperaría, para bien de la salud pública, que esa sea la constante durante lo que resta del sexenio.

Se empiezan a cultivar

¡Vaya, vaya, vaya! Luego de la paliza mediática que recibieron por confundir el nombre y la nacionalidad de Gabriel García Márquez (por Francisco García Márquez, mexicano), al menos el presidente de la Junta de Coordinación Política, Juan Javier Gómez Cazarín, y el de la Mesa Directiva, José Manuel Pozos Castro, del Congreso local, decidieron empezar a cultivarse y ayer fueron a la escuelita.

Reacios siempre a la cultura (y a la literatura) como todos los políticos, los señores asistieron a la presentación del libro Juana Inés de Asbaje y Ramírez, pasión disruptiva cuyo autor es Sixto Moya Herrera. Ello fue en el marco del Día Internacional de la Mujer. ¡Y se fueron para atrás cuando se enteraron que Juana Inés de Asbaje y Ramírez no fue otra que Sor Juana Inés de la Cruz!

En los corrillos del Congreso local, sotto voce, o sea en voz baja, algunos diputados andaban tratando de convencer a sus compañeros para que hicieran una coperacha a fin de comprar unos lentes con nueva graduación al diputado Pozos pues les preocupó y les alarmó que declarara que “no ha visto despotismo” en la administración cuitlahuista. De todos modos le echó la bolita a la Contraloría, a la que demandó que actúe.

Pero de la Contralora General del Estado, Leslie Mónica Garibo Puga, no se sabe nada. Se ha hecho chiquita ante las denuncias de casos de nepotismo en varias Secretarías, y ni ella ni sus muchachos de las contralorías internas se han dado cuenta de nada, igual que Pozos Castro.

En esta inacción de la Contraloría no veo ninguna diferencia, ninguna, con el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, pues, igual, en lugar de investigar y sancionar, se encubre, se protege y se fomenta la impunidad.

Ahora sí, los acólitos de la Cuarta Transformación han hecho efectivo aquello de atáscate que hay lodo y han colocado ¡en sus propias dependencias! a toda su familia. Y pensar que decían que ellos eran diferentes y que en materia de legalidad, transparencia, combate a la corrupción, a la impunidad y a las malas prácticas eran únicos y puro cuento.

¡Pero basta! Lector, disfruta tu fin de semana, tu sabadaba.