MEMORIA DE UN REPORTERO CON JESUS KRAMSKY. / Leonardo Zaleta.

MEMORIA DE UN REPORTERO

CON JESUS KRAMSKY.

Por Leonardo Zaleta.

Cronista de Poza Rica.

Los periodistas cubrían la gira del candidato oficial a la presidencia de la república. Nadie  podía imaginar que ese 25 de enero de 1970, ellos serían los protagonistas de una espeluznante tragedia aérea en el Cerro del Mesón.

En la vieja aeronave propiedad de la Comisión Federal de Electricidad ocupaban sus asientos con el cinturón abrochado pues se había anunciado el aterrizaje. En la última fila dos reporteros jugaban una partida de ajedrez.

Jesús Kramsky Stenpreis sintió el llamado compulsivo del tabaco y permaneció de pie en la parte posterior del avión, para no molestar con el humo a sus compañeros.

El accidente se produjo a las 8.20 de la mañana en un sitio cercano a las comunidades papantecas de Pital y Mozutla, y a la colonia Las Vegas de Poza Rica. Fueron factores determinantes: la falta de instrumentos modernos de la nave, la nubosidad de techo bajo, la impericia del piloto en la maniobra de descenso y el destino inexorable. Murieron los dos tripulantes, la aeromoza y el Dr. Camilo Ordaz Hernández, de Coatzacolacos, a quien Manuel Ramos Gurrión había comisionado como Delegado del Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales del PRI, y en tal virtud custodiaba un portafolio que contenía $150,000 pesos.

Después de la interesante exposición en Casa de Cultura, en un ejercicio interactivo con periodistas, estudiantes y público, el célebre sobreviviente, luciendo un traje color beige, camisa blanca y corbata dorada, dio respuesta con palabra fácil y sencilla, a las preguntas conforme fueron formuladas. Compartió algunos recuerdos interesantes, casi íntimos:

En la etapa anterior de la campaña, el staff de periodistas se encontraba en Guaymas. Al proseguir hacia La Paz, unos optaron por viajar en avión, otros, Jesús entre ellos, navegaron en el transbordador.

Al llegar al hotel uno de sus compañeros le enseñó una nota en que a manera de ejercicio reseñaba un accidente de aviación en que Kramsky había perdido la vida. El aludido se incomodó por el humor negro, y después de algunos reclamos y disculpas celebraron un trato: si algo así llegara a ocurrir, el sobreviviente escribiría de la mejor manera esa información. Infortunadamente, su amigo fue uno de los 15 periodistas muertos en el Cerro del Mesón.

José Enrique Arroyo Cruz, joven de 17 años, empleado de la fábrica de mosaicos “Tomito” tenía su domicilio como a 500 metros del lugar del accidente. Ese domingo no fue a prestar el servicio militar a los patios de la escuela María Enriqueta, porque  la noche anterior anduvo de farra y se le hizo tarde. Se dirigía a la concentración que se le ofrecería a Luis Echeverría, para escuchar música, discursos y compartir la algarabía de la gente. En ese momento escuchó un estruendo poco común.

Se acercó y vio mal herido a un muchacho recargado sobre un cadáver sin poder evitarlo. El güerito le pidió que fuera a buscar auxilio. Llegó a Poza Rica, se dirigió a la estación XEJD La Tropicana y pidió que radiaran el accidente pero no le hicieron caso, entonces, fue a la XEPR, donde lo atendió el locutor Inocencio Jiménez Olmedo, que además, habló a la Cruz Roja que funcionaba en la colonia Obrera.

Al quedarse solo en el potrero fatídico, vio que se acercaba cautelosamente un jinete. Después supo que era Flavio Pérez Montoya. El reportero de El Heraldo de México, escribió un recado solicitando auxilio y se lo dio a Flavio para que fuera por ayuda. Este lo entregó en la farmacia Santa Elvira en la Av. Independencia de la colonia Manuel Avila Camacho.

El pasante de medicina de la Cruz Roja era Rómulo Lozano. La ambulancia era una carcachita que andaba mal y el acumulador a cada rato se descargaba. A duras penas llegaron a la Av. Chapultepec donde proliferaban las cantinas donde casualmente la unidad se detuvo. Unas sexoservidoras se sumaron al esfuerzo de algunos clientes y mirones y se acomidieron a empujar el vehículo para provocar el arrancón.

En el lugar dl siniestro subieron al herido a la ambulancia. Llegaron a la Cruz Roja, pero ahí, además de aplicar un suero, era poco lo que podían hacer ante la gravedad del paciente. Decidieron que el único lugar donde lo podrían atender era el hospital de Pemex.

Al llegar el ejército al sitio del desastre procedió acordonar el área, detuvo la rapiña, y aplicando medidas drásticas logró recuperar el apetitoso portafolio.

En el cerro del Mesón, el candidato bajó del helicóptero y después de horrorizarse ante la macabra visión elevó una oración por los periodistas muertos en el cumplimento de su deber.

Los médicos que lo atendieron en Urgencias con gran eficiencia fueron: Maximino Carbajal. Fernando García y José  Acosta Ontiveros. Ellos le salvaron la vida.

Se tuvo que solicitar un cirujano del Hospital de Pemex en Picacho para que lo operara del cerebro. Con rapidez inusitada llegó en avión. Le realizó dos trepanaciones. Estuvo en coma varios días. Después Armando Kirsch Giuliani, eminente traumatólogo, le recompuso todo el sistema óseo y su dolorida humanidad. Nunca le faltaron los cuidados esmerados de su madre que lo visitaba acompañada algunas veces por familiares.

Recuerda que una vez superado su estado de gravedad, en su larga temporada internado en el hospital, hasta su cama de enfermo llegaba una que otra muchacha atractiva y melosa a hacerle compañía. El soltero de 22 años además de apuesto era un ameno conversador.

Una vez trasladado al hospital de Pemex en la ciudad de México tuvo la fortuna de ser atendido por María Luisa, una guapa enfermera que lo atendió con  profesionalismo y una gran calidad humana. Se hicieron amigos, se  enamoraron y al ser dado contrajeron matrimonio.

En total recibió 80 operaciones quirúrgicas, la última en el año 2013 en un pie. Su andar lento y difícil se apoya en un bastón y su amada esposa.

Prestó sus servicios en el área de comunicación social de varias dependencias oficiales hasta alcanzar la jubilación. Actualmente es padre y abuelo, tronco de una familia que habita una casa de interés social, de acuerdo a su condición de hombre trabajador y modesto.

Tiene el raro orgullo de conservar el obituario publicado en un periódico de la ciudad de México en el que Aeropuertos y Servicios Auxiliares participa con profunda pena participa el fallecimiento de los tripulantes y 15 periodistas, él incluido. El periódico Claridades se sumó a la gentileza machacando el mismo error

Comentó Kramsky, que “el periodismo es oficio de valientes”, tanto por los riegos que implica su traslado en busca de la noticia, como por los intereses que afecta al denunciar hechos condenables.

En el conversatorio organizado por el Ayuntamiento y Casa de Cultura, Jesús Kramsky Steinpreis, anunció que su libro “En el cumplimiento de su destino. El reportero que entrevistó a la muerte”, podrá leerse en línea y en la publicación bajo el sello de Editorial Amazon, próximo a aparecer en las librerías.

Tanto en la ceremonia conmemorativa celebrada la mañana lluviosa y fría en el monumento “Xochiotepec”, como en la charla a medio día, lo acompañó María Luisa, dama gentil y sencilla que era saludada con afecto por los periodistas para los que es una figura familiar por su reiterada asistencia a estos eventos. Algunos de los presentes se tomaron la foto con el feliz matrimonio.

Al concluir la charla, al despedirme del afortunado periodista se disponía a encender un cigarrillo, Carmelita le preguntó: ¿Todavía fuma?  “A un cigarro le debo estar vivo”, fue su respuesta justificante brotada de una leve sonrisa.

Poza Rica, Ver. 25 de enero de 2018.