El banquete totémico mexicano / Lenin Torres Antonio

El banquete totémico mexicano

A propósito del rito de iniciación de la nueva clase política

Crónicas Ausentes

Lenin Torres Antonio

Estas épocas contra modernas, contra naturas, donde el sujeto fragmentado e esquizofrénico se desliza precípitemente hacía lugares inalcanzables, puesto que tan pronto eres dejas de ser, ser de nada y en la nada.

Estas épocas apocalípticas y ateas, épocas en que corre libre la pulsión de muerte, que vive paradójicamente su mejor momento, nunca se sintió tan soberana, tan magnífica, llegando incluso en tener de vasallo al “principio de placer”, como el único significante que le legitima para sus correrías y desparpajos, para hacer del cuerpo humano una estación prometeica impostergable e ineludible, ya no hay escape a lo real, el castigo eterno se hace presente para volver al origen perdido a propósito por el lenguaje, por la fe, por la razón.

Vuelve la voluntad con todo su esplendor para someter a la razón, a la pasión, su revuelta contra su imagen de un monarca sin poder, resurge ahora como un monarca con todo su poder que está más allá del bien y del mal, la revuelta provocada por el agotamiento de la letra nunca se pensó que llegaría con pronósticos reservados, por eso vale las expresiones, “se la metimos doblada”, expresión con más semántica que un Tratado de las Buenas Costumbres, por eso vale las expresiones voluntaristas, “me canso ganso”, que un buen Tratado de Políticas Públicas, o el claustro de las Universidades donde se supondría vendría “lo nuevo”.

Dejemos los modales civilizatorios que eufemísticamente contenían la represión para aprender y aprehender innovaciones pospuesta o perdidas en la geometría de las pasiones, por la emergencia de lo elemental, y ahora si en casi toda las cuestiones de la rex publica, un juego perverso contra todo, borrón y cuenta nueva, ¿si es posible en las cuestiones de la rex publica partir de cero?, a semejanza de la metáfora del fuego nuevo de nuestra era prehispánica, donde la gavilla al termino del ciclo del tiempo circular implicaba la destrucción de todo, incluso de los propios creyentes; ¿dónde están los pueblos mayas?, no hay vestigios de ellos, ¿dónde está la clase política derrotada?, buscando ciegamente un nuevo cuerpo para introducir su alma malvada y poder continuar haciendo daño, lo que importa es acomodar los significantes a las letras de un nombre, como en el acróstico (del griego ákros: extremo, y stikhos: línea o verso), que es una composición poética o normal en la que las letras iníciales, de cada verso u oración, leídas en sentido vertical, forman un vocablo o una locución; para sonar más poderoso, eternos, como la palabra LIDER, no importa hacer parecer lo que no se es, y ser lo zombis bufones de la nueva política y de la nueva clase política, cómo conservar el porte y poder competir, y ser una oposición, si todo lo que hacen les escupe a la cara, no pueden hacer nada ante todo el poder depositado en la nueva-vieja clase política, que todos queremos que sea verdad “todo eso de la nuevo” conocido y conceptualizado: democracia, transparencia, civilidad, y coherencia; y que realmente no le esté permitido fallar a esa clase nueva-vieja por el bien de nuestros pueblos, porque si no, se escuchara gritar a la muchedumbre, ¡A la horca!

Había pensado que toda transformación social implicaba necesariamente sangre, sacrificios, y mucho sufrimiento, y que el vencido sería sacrificado a mansalva en el patíbulo, pero pareciera que la transformación que estamos viviendo fuera la excepción, que en la transición de un poder a otro, de un sistema a otro, se había impuesto la civilidad y la razón, que podríamos incluso decir que no hubo vencidos, pues, ¡ganó México!, la oportunidad de mirar hacia delante y componer todo eso que no funcionaba, todo eso que nos había pervertido, todo eso que había hecho división de clases, entre el 1% que detenta todo el poder, y ese 99% que paulatinamente se iba haciendo una uniformidad: entre pobres y la  incipiente clase media, por lo que el perdón estaba justificado, puesto que “no alcanzaría todos los juzgados y cárceles de México para hacer justicia”, dicho por el propio Andrés Manuel López Obrador en su toma de posesión como presidente de la república mexicana, y que había que mirar para delante, y dejar que la mala conciencia, el sentimiento de culpa hiciera estragos en “los malos”, “los perversos”, “vencidos”.

Hubiera sido mejor la cárcel, el patíbulo, tomar la cicuta, o beber en una ceremonia de despedida antes de suicidarse un buen vaso de sake, pero no la indiferencia, la burla, el escarnio público, por eso no pasó desapercibido los gestos incómodos de EPN en la ceremonia de toma de posesión del nuevo y flamante presidente de México, fue el chivo expiatorio que se sacrificó, y que tuvo que “tolerar”, toda la ira contenida contra el representante del perverso sistema neoliberal que nos tiene en la actual crisis social y política que vive México, el repaso de reproches y acusaciones fueron más que lo que hubiera recibido en un juzgado, aunque la fortuna acumulada le permitirá no preocupar a varias de sus generaciones y descendientes, por lo que, valió la pena “el regaño”, “la vilipendiada”, al final de la ceremonia, altivo, sin perder la postura, salió acompañado por la mini bancada del PRI, como si nada hubiera pasado.

Decía que me parecía que la caída de este sistema de poder dominante, que creo que es un movimiento en el juego de ajedrez del Imperio, por lo tanto predecible y controlado, había sido la excepción, que afortunadamente no hubo derramamiento de sangre, pero me equivoque.

Hace un par de día me puse a mirar en youtube un video de la visita que miles de mexicanos están haciendo a la residencia de Los Pinos, o como diría el humorista Héctor Lechuga, “los pinoles”, me hizo ver que sí había habido ofrendas de sacrificios para apaciguar la ira contenido de decenas de años de represión e injusticia del pueblo mexicano, que sí había sangre que corre por nuestras calles y plazas de los caídos, que el buen Tlatoani nos compartía un poco de la venganza por lo afrenta a los pobres y a los marginados, a los indígenas y excluidos, a los homosexuales y prostitutas, a las jóvenes y mujeres, a nuestros ancianos y niños; que no podría dejar de efectuarse el banquete totémico, como una forma de evangelización a la nueva religión y reafirmar la idolatría al dios venido salvador.

Que México, con su mística identidad perdida entre su pasado prehispánico y su evangelización española, no podría más que presentar un rito de iniciación y una ofrenda a los dioses por permitir el nuevo sol, el fuego nuevo. No sé si México siga sometido a su tiempo circular, y tienen que repetir la misma historia infinitamente, parece que ya camine por los mismos lugares que hoy camino, parece que ese rostro que tengo enfrente es el mismo que ya conocí de por vida; espero que sea una especulación paranoide y no nuestra realidad eterna.

Diciembre de 2018