Hipólito… ¡Que esto que el otro, salud! / Édgar Hernández

Édgar Hernández*

¡El alcoholismo destruye las neuronas y acaba irremisiblemente con el talento!

Al ilustre alcalde de Xalapa, Hipólito Rodríguez Herrero no le gusta le aconsejen. Tampoco que le digan lo mal que hace las cosas.

Es aséptico a las multitudes, pero es feliz, muy feliz, pasando desapercibido. Nunca saluda a nadie cuando entra o sale de un lugar público y lo que más le enfada es hablar con la prensa o que lo pongan a hablar ante sus gobernados.

Pero sí le gusta el trago.

A nuestro personaje también le agrada viajar. Le llena el ánimo representar a Xalapa en el extranjero aunque no sirva para maldita la cosa. También le resulta de total plenitud charlar con sus meros cuates y que le sirvan buenas viandas.

Eso sí, odia la política.

Lo suyo, lo suyo es la academia, la investigación; salvar la ecología, rescatar a los marginados del mundo y, ojo, no le gusta que lo grillen, eso sí que lo pone de muy mal humor.

Le disgusta de sobremanera que descubran su incompetencia para gobernar, su mal vestir, su aspecto poco aseado y el desdén por los problemas que aquejan a la comunidad que encabeza –“No son mis baches, no son mis calles, si hay agua para el abasto y el asunto de la basura… nos la han sembrado”-.

Siguiendo con los no y los sí:

Le gustan las bebidas espirituosas. Gusta juntarse con sus brothers, y –desde luego- le gusta echarse sus carrujitos y para que no se dude si tiene o no closet, sí tiene ojo alegre.

Don Hipólito soñó –en uno de esos sueños de opio- ser gobernador un día, aunque en realidad lo suyo, lo suyo nunca fue la gobernabilidad y… ¡lástima Margarito! lo vino a descubrir hasta que fue alcalde de Xalapa  cuando, tras seria disputa, rompió con el gobernador Cuitláhuac García.

Entre los no, está esa paranoia que lo lleva al delirio de persecución y complots y poco muy poco caso hace a lo que sí es real.

Ahí está el sonado caso del “zapatitos”, su amigo el regidor Rafael Pérez, a quien de la noche a la mañana y sin tener pruebas lo acusó de intentar fraudes para su beneficio, señalamiento que no pudo probar y sí quedarse en el ánimo público la duda de que el regidor guarda pruebas contundentes de desvíos importantes de dinero para la pasada campaña electoral de Morena, de ahí el coraje de Hipólito.

Otras revelaciones que matan al alcalde son el no aclarar a los jalapeños por qué permitió el subejercicio del programa de obras y por qué no se utilizaron los 150 millones de pesos que se gestionaron en la anterior administración para las mejoras del relleno sanitario.

¿Y lo del biodigestor?

En realidad, luego de aclararle a Hipólito que no era una suspensión que ayudaba a la digestión, se acaba de revelar que tiró al “cesto de la basura” 160 millones de pesos al ser omiso y no lanzar la licitación para la construcción de un biodigestor en el relleno sanitario del Tronconal.

El recurso, ya perdido, habría sido autorizado desde el año pasado por el Fondo Internacional del Medio Ambiente.

Es que no me dijeron bien”, argumentó este atarantado, perdón, nuestro distinguido alcalde quien sigue en el entendido que es lo mismo la gimnasia con la magnesia.

En realidad Don Hipólito no suda ni se abochorna. Es un bohemio de interminables charlas de amigos acompañados de viandas y chupes… y de memorables anécdotas.

La última se registra hace unos días cuando fue el invitado de honor al convivio conmemorativo al 150 aniversario del Casino Xalapeño.

Los comensales afirman que llegó en estado inconveniente, que no saludó a nadie, que declinó pronunciar discurso alguno y se negó a entregar reconocimientos a distinguidos jalapeños que año con año son homenajeados en tan solemne marco.

Sería el propio organizador Manolo Fernández quien entregara los galardones ante el desplante del alcalde que se salió de la cena de gala sin despedirse.

Ese es pues el singular estilo de nuestro edil de Xalapa a quien por estos días los morenos piensan muy seriamente invitarlo a que pida licencia ante su sonada incompetencia.

Consecuentemente la pregunta obligada es ¿Quién ocuparía su cargo?.. En un principio se habló del suplente Ulises Ponce, pero una enfermedad lo tiene postrado desde hace varias semanas.

Por tanto, la que sigue en turno sería la gentil Ivonne Cisneros, quien en su papel de Síndica tiene instaurado un régimen de terror en el ayuntamiento.

Ivonne es legendaria por la feroz persecución desatada contra los que no simpatizan con Morena. La dama quiere la alcaldía y dice tener con qué, cosa de lo cual carece Hipólito Rodríguez.

En fin, que “Todo es cuestión de tiempo”, según ha dicho la distinguida señora a sus allegados.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo