EL PODER POR LA LIBERTAD / Joel Vargas.

EL PODER POR LA LIBERTAD

Joel Vargas.

Obrador, desde el promontorio del optimismo, construye los signos de una nueva nación que él imaginó por muchos años. Cada nuevo sexenio era víctima de frustraciones sin rendirse nunca a sus ideales de transformar la patria y poner al servicio del pueblo su patrimonio y sus infinitas riquezas naturales. No era nada fácil romper una estructura política inamovible, asentada en un arcaísmo insensible, hasta que el hambre despertó a la sociedad y la convirtió en violencia. No era necesario ser sibilino para concluir que la patria enferma de corrupción habría de soltar sus reservas de energía para gritar como el líder caribeño: “Patria o muerte”.

Ya se sabe que es ley de la naturaleza que los fuertes dominen a los débiles. Jamás ha sido una realidad, así sea utópica, que los débiles dominen a los fuertes. Todos los gobiernos tienen una ley de seguridad interior para encarcelar a los débiles, desterrarlos, asesinarlos o desaparecerlos. El poder es defendido por los fuertes sin piedad. Por ello los millones de pobres fatalmente sin destinos precisos. Carecen de opciones, así se dio la esclavitud social ejercida por años por el PRI, al que se sumó el PAN y últimamente el PRD, cuyos partidos fueron despreciados en las urnas por el hartazgo de una sociedad envilecida.

El trabajo por hacer, desde las entrañas de un poder renovado, es inmenso. Lo importante de una obra humana es empezar, si no se empieza no se termina. Los hombres patriotas que trabajarán con Obrador construyen los cimientos de la nueva nación, alcancen o no los seis años de gobierno, aparecerá la continuidad del patriotismo. El PRI nunca fue un partido en el sentido clásico de la historia de las doctrinas políticas. Simplemente sumó al pueblo abigarrado, huérfano de experiencia y de cultura y lo manipuló durante noventa años.

Hubo hasta hace poco una fuerza cupular que abatió la democracia por décadas. El pueblo y los mismos “políticos” le llamaron “dedazo” que en esencia es un verticalismo inviolable y que sirvió para llevar al poder a bufones, desarraigados, desconocidos, a gente sin militancia partidista. Tuvo auge político el amiguismo, el compadrazgo y las cotizaciones en dinero y la inmoralidad contra las mujeres que deseaban incursionar en el poder. Tenían que usar su carta de recomendación. Los cargos de elección y los burócratas fueron sometidos a inmorales tabuladores que nada tenían que ver con la democracia. Hoy se busca la horizontalidad de los partidos políticos, esto es, su democratización interna y la participación de las masas en la vida política del país.

El inmortal intelectual norteño, don Miguel Ramos Arizpe, escribió la realidad de la política mexicana, sintéticamente, en los siguientes versos: “La política es un arte del carajo; que a mi modo de ver estriba; en darles las nalgas al de arriba y picarles el culo a los de abajo”. Recordamos como lúcido ejemplo, la memorable conferencia que don Emilio Portes Gil pronunciara ante un numeroso grupo de jóvenes estudiantes, donde se empeñó en hablar, el distinguido político tamaulipeco, de los “agachones” y del “agachismo”. Los estudiantes exigieron que les aclarara el “agachismo”.

Se expresó así: “El agachismo es un fenómeno de vileza que ha echado a perder muchos valores políticos en México. Consiste en la práctica de agacharse y aceptar como si fueran honores las humillaciones que un superior injusto impone. Ello hace que numerosos funcionarios, con tal de no salirse del carro del régimen, a un puesto ínfimo, una vergonzosa canonjía y hasta un regaño cariñoso del jefe. En nuestro país abundan los políticos agachones.

Bendita la hora social de estos momentos de nuestra historia. El PRD, con millón y medio de votos pasa a ser morralla. El PRI se queda con nueve millones, muy lejos de sus días de gloria sin democracia y el PAN se ubicó en un lejano segundo lugar en la contienda con un poco más de diez millones de votos. Un buen número de la chiquillada pasa a retiro sin remedio. En millones hay optimismo por una pronta recuperación de la patria. En otros hay pesimismo y se solozan viendo los ángulos de la imposibilidad para realizar tanto en tan poco tiempo.

Aristóteles dejó para la historia política una observación profunda: “El poder sin sabiduría es tiránico y la sabiduría sin poder es frágil”. Francis Bacon fue elocuente: “Representa un extraño deseo, buscar el poder para perder la libertad”. Obrador lo es todo: la sangre de la patria, la sangre de los pobres, su esposa es la nación, su familia amada es todo México, su familia toda es su sangre. Ya no se pertenece. Vivirá con la aureola del heroísmo sirviendo con pasión a los que sufren.