La casa del jabonero

Arturo Reyes Isidoro
Prosa aprisa

La casa del jabonero

El peligro estaría amenazando al grupo en el poder en Veracruz si gana la Presidencia Andrés Manuel López Obrador.
El sábado 14 se publicó en el diario Imagen de Veracruz la declaración que hizo la candidata de Morena al Senado, Rocío Nahle, de “darle curso” a las investigaciones que tiene la Procuraduría General de la República contra el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
Reunida con los integrantes del Consejo Editorial de dicho medio, expresó que el combate a la corrupción “es desde arriba” y que “se le tiene que perder el miedo” (se supone que al gobernador), “porque el respeto se gana, no se amenaza y él tiene que ganarse el respeto”. Acusó que “Veracruz vive una elección de Estado”.
Una versión que corrió en las redes le atribuyó que dijo que “La PGR y la SEIDO tienen archivada la denuncia e investigación contra Yunes Linares y familia, pero se le tiene que perder el miedo. Llegando al gobierno Morena reactivará dichas denuncias y la PGR junto con la SEIDO tendrán que actuar”.
La política semeja una rueda de la fortuna, en la que quienes se suben, unas veces están arriba, otras abajo y algunos hasta se caen. Los mismos políticos usan el refrán: la política es la casa del jabonero en la que el que no cae resbala, para señalar los riesgos que conlleva.
El riesgo para el yunismo azul está latente porque Andrés Manuel López Obrador sigue rompiendo sus “techos”, crece y crece en las encuestas, mientras que su gallo Ricardo Anaya va en caída mientras que Meade está estancado.
Ya se habla de la “inevitabilidad” de la victoria de AMLO y aunque hay interés por el debate del próximo domingo, no se ha creado expectativa porque la creencia generalizada es que digan lo que digan se va a mantener firme.
A sólo setenta y un días para que vayamos a las urnas, al grupo en el poder le urge lograr el mayor número de votos en contra del tabasqueño para que no gane, pero no se ve cómo lo podría lograr.
Un escenario en el que López Obrador ganara la Presidencia y el joven Miguel Ángel Yunes Márquez la gubernatura sería desastroso para Veracruz y los veracruzanos, ya que se viviría una situación de permanente confrontación.
Algo que no se les olvida, entre otros agravios, según mis fuentes, es el albazo del panismo en el Congreso local donde prácticamente despojaron de la Junta de Coordinación Política a la bancada de Morena y sólo esperan la menor  oportunidad para ajustar cuentas.
Ayer miércoles nos despertamos con los resultados de una encuesta del Grupo Reforma que da 48% de la preferencia electoral al tabasqueño contra sólo 26% de Ricardo Anaya y únicamente 18% de José Antonio Meade.
En febrero el diario Reforma había publicado el resultado de otra medición y entonces AMLO tenía 42% mientras que Anaya alcanzaba 32% y Meade ya estaba en 18%, esto es, López Obrador creció seis puntos y Anaya cayó también seis puntos.
En el Estado, a ras de tierra comprueba uno que la gente que vota, la de abajo y la de la clase media, que son las mayoritarias, se preparan para hacerlo por el fundador de Morena. Desde ese nivel, su triunfo se ve inevitable, quien sabe qué vean desde arriba, desde las oficinas oficiales.
Hasta donde tengo información confiable, en el mismo PAN estatal dan por hecho que ganará la Presidencia y lo aceptan de antemano; por lo que se concentran en la elección local para tratar de mantener la gubernatura y ganar el mayor número de posiciones ya sean senadurías o diputaciones federales y locales.
Como aspirante, luego como precandidato y más tarde como candidato, incluso ya como gobernador electo y luego constitucional, una fijación del actual gobernador Miguel Ángel Yunes Linares fue ver tras las rejas a su antecesor Javier Duarte, a quien acusa de diversos ilícitos. Pero fue el Gobierno federal el que finalmente decidió poner tras las rejas al robusto exgobernante.
Hace dos años mucho del éxito del entonces candidato panista fue el ofrecimiento al electorado de que llevaría a prisión a Duarte. La historia pareciera empezar a repetirse. Hoy el gobernador sufre un desgaste por el mismo ejercicio del poder desde el que ha tomado decisiones que no le han gustado a muchos o porque los ha afectado, y también quieren “justicia”. Rocío Nahle, con su declaración, podría haber dado el primer paso en ese sentido.
Quién sabe si AMLO usará un ofrecimiento como el de hace dos años al electorado local como parte de su campaña, o si lo hará Cuitláhuac García, o si lo harán ambos, pero de que les puede redituar votos no hay duda, sólo basta bajar a ras de tierra para escuchar lo que dice la población de sus actuales autoridades.
Al panismo, pero sobre todo al yunismo azul, por ningún motivo le conviene que gane López Obrador, pero no se ve que lo pueda lograr su candidato Ricardo Anaya por lo que le tendrían que echar todos los kilos para impulsar a José Antonio Meade, quien seguramente no los perseguiría y hasta podrían lograr acuerdos.
Cambio de régimen, no sólo de partido
En su columna “Estrictamente Personal” del martes, el periodista Raymundo Riva Palacio se refirió a lo que, dijo, “un viejo y experimentado político priista” llama “la inevitabilidad” de la victoria de López Obrador.
Argumentó que ello se debe a que el despegue “radical” del morenista está asociado con una creciente decepción de sus adversarios, no por el convencimiento en sus ideas.
A partir de ello estableció una hipótesis de trabajo: que el “techo” lo rompió un “tsunami” que cada vez se hace más grande y más poderoso de votantes, que lo que quieren es no sólo un cambio de partido en el gobierno, sino un cambio de régimen, “donde el PRI y el PAN son echados a la misma bolsa de desprecio”.
“En esta misma línea de pensamiento, es irrelevante lo que haga o deje de hacer López Obrador, o lo que diga y crea, por más estrambótico que pudiera ser”.
Sostuvo que los votantes que le están dando su apoyo, particularmente aquellos que no lo respaldaron antes y hoy lo ven como el vehículo para cobrarle las facturas al régimen –“también una hipótesis de trabajo”–, lo están oyendo, pero no lo están escuchando.
El columnista dice que esa hipóteis permea a todos los grupos demográficos y socioculturales del país: “No importa lo que diga, es la bala de plata contra el régimen”.
“Bajo esta categoría de análisis, lo que estamos viendo en la campaña presidencial es meramente un trámite, porque el enojo o la rabia de millones de mexicanos se va a expresar en las urnas sin reflexionar sobre quién está mejor preparado para gobernar, o quién tenga el mejor programa de gobierno. La discusión sobre los atributos, fortalezas y debilidades, entonces, pasa a un segundo término, porque un debate en ese campo es estéril”.
Concluyó diciendo que hoy en día parece que ese cambio de régimen es el destino manifiesto que reflejan las encuestas, y que sus adversarios tienen que entender que la lucha no es contra él, en el fondo, sino contra un sistema que representan y que finalmente colmó a millones, dispuestos hoy a liquidarlos en las urnas.
Con su análisis, creo, Riva Palacio da la clave para entender por qué el fenómeno López Obrador.
El periodista comentó también que “Los jefes de las casas encuestadoras observan con sorpresa cómo la preferencia electoral de Andrés Manuel López Obrador se ha ido incrementando sostenidamente”.
Recordó que en 2006 votó por él poco más de 35 por ciento del electorado y en 2012 lo hizo 31.57 por ciento de los mexicanos. “Es decir, el techo histórico de López Obrador se encontraba en alrededor de una tercera parte de los votantes, mientras que entre 65 y 70 por ciento votaban contra él”.  Apuntó: “Las recientes mediciones prueban que ese techo se rompió”.
Tomando como referencia la última elección presidencial antes de la de ayer de Reforma, “el candidato de Morena tiene en estos momentos 42.7 por ciento de preferencia de voto, de acuerdo con el agregador de encuestas oraculus.mx, tras un brinco de casi cinco puntos desde febrero. Si eso se traduce a votos, significaría aproximadamente que cinco millones de mexicanos, que no votaron por él hace seis años, lo quieren hacer el 1 de julio”.