Exclusión, ese grito de guerra

Cecilia Muñoz

Polisemia

Una palabra que las feministas escuchamos o leemos mucho a modo de reproche –personal o no– es “exclusión”. Porque si hay algo de lo que se acusa frecuentemente a los movimientos feministas es de segregar, marginar y/o excluir a los varones, pero también ocurre a veces que son mujeres las que presenten esta acusación.

Por ejemplo, la semana pasada en la Ciudad de México la asociación civil El Clóset de Sor Juana convocó a una Feria de Salud para mujeres lesbianas y bisexuales. En consecuencia, ardió Troya: mujeres heterosexuales manifestaron su indignación en redes sociales por no ser contempladas para este evento. Acusaron discriminación por parte de las organizadoras y la palabra “exclusión” no tardó en aparecer: “¡Nos excluyen por ser heterosexuales!”. Ninguna de las molestas usuarias se paró a pensar en el significado de “El Clóset de Sor Juana”, pues este grupo se define a sí mismo como una “asociación civil lésbico feminista”.

¿Hubo realmente exclusión en este caso? Para ser exactos, ¿de qué hablamos cuando hablamos de exclusión? El término, aunque parezca claro en primera instancia, tiene sus dificultades teóricas. Tan solo googlearlo es entrar a un universo de definiciones sin fin, si bien se puede encontrar semejanzas entre propuestas conceptuales.

Por su parte, el Libro Verde sobre Política Social Europea, de acuerdo con Carmen Bel Adell, profesora de la Universidad de Murcia, define así el término “exclusión social”: “(…) un proceso que excluye a parte de la población de las oportunidades económicas y sociales”. Ana Esmeralda Rizo López, en la revista electrónica Polis, delimita como excluido a “aquél que no pueda gozar de sus derechos y obligaciones plenamente”.

Es decir: exclusión social se refiere al proceso que limita a los individuos a acceder a derechos específicos, pero también a oportunidades económicas que les permitan acceder a una óptima calidad de vida: no basta estar vivo, se necesita salud, educación, empleo, un salario justo, una vivienda… ¿Y quién limita estos derechos y oportunidades? Naturalmente, los individuos en situación de poder, como puede ser el Gobierno y sus instancias, instituciones públicas o grupos mayoritarios.

Definido así el término, veamos: ¿la Feria de Salud organizada por el Clóset de Sor Juana fue realmente un evento que excluyera a las mujeres heterosexuales de la Ciudad de México? En primer lugar sabemos que en México hombres y mujeres tenemos garantizado el derecho a la salud gracias al artículo Cuarto de la Constitución. Éste, en específico, señala: “La Ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general”.

Como vemos, el artículo especifica que garantizar este derecho es una responsabilidad legal entre Federación y gobiernos estatales, y no de otras instancias, como en este caso es una asociación civil. Respecto a lo que una asociación civil es, revisemos lo que dice el Código Civil Federal: “Cuando varios individuos convinieren en reunirse, de manera que no sea enteramente transitoria, para realizar un fin común que no esté prohibido por la ley y que no tenga carácter preponderantemente económico, constituyen una asociación”.

En el caso del Clóset de Sor Juana, el fin común del que habla el Código es “la defensa y promoción de los derechos humanos de las mujeres, especialmente de aquellas que viven discriminación por su orientación sexual y su identidad de género”. Como su nombre lo indica claramente (sí, se rumora que Sor Juana estaba en el “clóset”), sus integrantes están enfocadas en el trabajo a favor de mujeres cuya sexualidad es considerada disidente según los estándares sociales de normalidad: lesbianas, bisexuales y transgénero. Y como parte de ello, están en todo su derecho de realizar acciones específicas a favor del grupo al que pretenden dirigirse. Dicho esto, aclaremos: El Clóset de Sor Juana no tiene la obligación de brindar servicios de salud, como sí la tiene el Estado.

Por otra parte, ¿la Feria de Salud del Clóset de Sor Juana impide que las mujeres heterosexuales accedan a su derecho a la salud? Por supuesto que no. Su realización no invalida ni obstaculiza este derecho. De hecho, recordemos que al menos en Veracruz instancias como el IMSS y el ISSSTE han realizado jornadas en puntos específicos de las ciudades para acercar los servicios de salud a la población vulnerable, como lo son las mujeres, de ahí que podamos supones que estas acciones también pueden realizarse en el resto del país.

Lo cierto es que si las mujeres no pueden acceder de ordinario a estos servicios, en realidad no es culpa de asociaciones civiles como el Clóset de Sor Juana, sino de otras esferas de poder. Por ejemplo, patrones que no pagan el seguro o la propia ley que pone complicado para los matrimonios entre personas del mismo sexo afilarse a la seguridad social, de acuerdo con Ricardo Baruch (https://goo.gl/CeEYp6).

“Exclusión” es también el grito de guerra favorito de los hombres indignados cuando se les pide que moderen su participación en grupos presenciales o virtuales feministas, o en las —lamentablemente— recurrentes manifestaciones en contra de la violencia de género (como fue, de nuevo en la Ciudad de México, el caso de la marcha para protestar por la muerte de Mara Castilla). Se les puede explicar motivos por los cuales se prefiere que no participen o se abstengan de protagonizar el evento, pero confunden su derecho a la movilidad universal con la libertad de los grupos organizados para restringir sus eventos a ciertas reglas. O quizás opinan que al pedir que los hombres no participen, o lo hagan en posiciones no protagonistas, en dichos actos, se les exige que por su género, no salgan de sus casas y transiten libremente. En estos casos no se trata de una verdadera exclusión, sino del afán de algunos por ser el arroz de todos los moles.

Así que ¿cómo saber cuándo estamos frente a una verdadera exclusión? Tan sencillo como responder: ¿esta acción vulnera alguno de mis derechos? Derechos, de ser posible, consagrados en documentos de carácter legal y no meras suposiciones del ego. Si no es así, lo más probable es que no se trate de que te estén excluyendo, sino de que estés ignorando que quizás, solo quizás, existen grupos menos privilegiados que tú que buscan crear espacios seguros para sí mismos, grupos a los que no perteneces.

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