CALDERON: PRINCIPAL ASESOR DE PEÑA NIETO / Joel Vargas

El gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto y el presidente Felipe Calderón durante la ceremonia de conmemoración del día mundial del niño con cancer. FOTO: Miguel Dimayuga

Asesor es un letrado que por su inteligencia y su sabiduría está en condiciones de aconsejar. En México existen más asesores que funcionarios que cobran como titulares. En los altos sitiales del poder, medios y en muchas alcaldías hay asesorías muy valiosas que prefieren el bajo perfil de las sombras que la luz de la responsabilidad. Buscar el poder cuesta un huevo de toro y la mitad de otro. El asesor se debe a su experiencia, sirve bien y decide, pero no busca los reflectores para la exhibición. No es fácil ser asesor porque todo mundo posee presuntuosidades, un ego que hay que alimentar y un futuro que es buen calcular, aunque sea en silencio.

Un caso que ya se registra como histórico fue el del franco- español- mexicano José Córdoba Montoya, quien se desempeñó seis años como Jefe de la Oficina de la Presidencia y asesor principal del Presidente Carlos Salinas. Dispuso de un poder exuberante, pleno y opulento. Era el gran filtro para que las personas y los múltiples asuntos importantes llegaran al presidente. Los ascensos y ceses de primer nivel necesariamente pasaban por su puño, sin que ello significara descuidar las 32 satrapías donde reyezuelos genuflexos rendían pleitesía a los poderosos. Sabía con claridad lo que sucedía en el país y el presidente que fue cruel con el poder aplicaba lo que procedía.

La mayoría de los mexicanos somos totémicos, nos conducimos con simbolismos atávicos, tal vez por ello no hemos podido saltar de los albañales podridos para seguir chapaleando gustosos en las deyecciones de los grandes corruptores hasta convertirnos todos al cinismo oprobioso que anunció el expresidente López Portillo: “Lo peor que puede suceder a México es convertirnos en un país de corruptos”. Y en eso estamos. El expresidente Calderón con estigmas de corrupción parece ser el principal asesor del presidente Peña, quien guía el trologlodismo corruptor de su gabinete, al que ahora pretenden unirse para fortalecer un PRIAN y repartirse el presente y el futuro de la patria, ahogando una democracia funcional en que los pobres puedan construir su destino común.

Muchos mexicanos quisieran explicarse la fecundidad creativa de este sexenio peñista. No existen diferencias entre la administración pasada y esta aborrecible de las reformas estructurales que ofrece una mejor vida para dentro de cincuenta años, cuando haya muerto toda una generación sin posibilidades de retrotraer el tiempo para el disfrute de la vida o para hacer de México una gran potencia universal. No, nada es posible, el país está moribundo y no sabemos los mundanos lo que desean hacer los multimillonarios mexicanos con el futuro de la nación.

El franco- español nacionalizado mexicano, Córdoba Montoya, se posó como estrella fulgurante en el cielo de la política nacional y prácticamente después del presidente Salinas solamente sus chicharrones tronaban. Se sabe que cuando las hordas del PRI decidieron asesinar brutalmente  a Luis Donaldo Colosio, el extranjero poderoso ya tenía un entramado político maquiavélico para que el relevo del patriota sacrificado fuera Ernesto Zedillo muy a pesar del presidente que no aceptaba, pero que fue inteligentemente acotado que no tuvo margen para otros movimientos. Zedillo fue candidato y presidente de la República por el PRI.

Las especulaciones existen. Están vivas. El pleito a muerte entre Zedillo y Salinas. El encarcelamiento por diez años de Raúl Salinas. La traición de Zedillo al PRI. La entrega del poder a la oposición y al imperio. Los tres viajes del patagón Fox al besamanos imperial. El más hipócrita de los presidentes que llegó al poder a enriquecerse. El más ignorante que presume de un centro cultural. Y llega Calderón el impoluto, con signos de clase media pero hoy con muchos millones.

Uno pudiera imaginarlo en su asesoría en esos encuentros tertulianos con puntos de esoterismo, troquelados con los mismos objetivos, no soltar el poder y seguir exprimiendo a la patria. “Estimado Enrique casi te dejo hecho todo para el próximo sexenio”. Y así advertiría con arrogancia señorial, El Ejercito y La Marina deben continuar en las calles, si tienen que haber muertes colaterales al aniquilar la violencia organizada, pues ni modo. Debes reimpulsar con mayor energía la macroeconomía que es la que da de comer a los pobres, cuidado con soltar el neoliberalismo, es la doctrina de los tiempos. Y seguir rematando la industria petrolera. Te dejaré un avión de gran lujo que deben pagar los contribuyentes. Seguiré a tus órdenes.

Calderón exige la presidencia para su esposa. También la quiere Salinas para algún incondicional. La quiere Obrador para el pobrería de México. En última instancia la quiere el PRIAN en una sumatoria de morralla política. Es de sugerirse transfundir la nueva sangre política y las ideas de renovación que permitan vislumbrar una nueva patria. No nadamás el poder por el poder. Felipe Calderón no oculta su decisión de convertirse en cacique nacional, para decir como Luis XIV “México soy yo”, pero muchos piensan, así como perciben las cosas, que si a todos los políticos que se consideran importantes los metieran a una licuadora y los licuaran, saldría pura caca. Los saprófagos que hacen política de escarabajo y que son felices en la mierda, jamás se ponen de acuerdo.