IRRACIONALES

FRANCISCO MEDINA PALMEROS

Y autoridades indiferentes.

Gracias a tal actitud, de gobernantes y gobernados, en esta región así habrán de juzgarnos a esta generación de insensatos que nada hacemos a favor del medio ambiente al que paulatinamente estamos aniquilando.

A como vamos, el futuro que se avizora ya muy cerca, será un martirio o suplicio para nuestros nietos, bisnietos y tataranietos.

Todo porque no conforme con contaminar a diestra y siniestra, como si eso fuera poco, nos dedicamos a no sembrar arbolitos, a reforestar, amén de que algunas autoridades se dedican a tirar árboles, muchas de las veces a cambio de una luz.

Ya no se aguanta el sol y el intenso calor en la zona, sobre todo del mediodía en adelante, hasta eso de las 6 de la tarde, es un infierno caminar o andar en carro, sobre todo para los vehículos que no gozan de aire acondicionado.

Planchas y planchas de cemento por doquier, pero no reforestamos. Ejemplo claro y concreto el estacionamiento del centro comercial Chedraui, entre otros lugares.

Es notorio cómo conductores automovilistas todo el tiempo acá andan buscando un frente donde haya un arbolito para estacionar ahí abajo el coche o camioneta y que no se caliente tanto, pero casi no hay, así de fácil.

Urgen, definitivamente, políticas públicas que obliguen a propietarios de locales comerciales y de casas habitación a sembrar por lo menos plantas de ornato y uno que otro arbolito no dañino en los frentes.

Y multar a quienes por sus pistolas derriban árboles sin ton ni son; amén de obligarlos a que reforesten.

Muchísimo trabajo es el que tienen los ediles de comunas, pero mientras no tengan más que amor por el dinero, por esos jugosos sueldos y no por la tierra donde nacieron, pisan o han hecho sus vidas con sus familiares, el medio ambiente en la región seguirá en picada.

De nada sirve que uno que otro edil, encargado de la comisión respectiva, sostenga que él sí gestiona por miles de arbolitos de todo tipo en viveros como el de Tolome, y que los dona a escuelas para que alumnos se dediquen a reforestar, si no lo hacen, bastaría ir a algunas instituciones educativas o recorrer parques públicos y percatarse cómo infinidad de matas, plantas o arbolitos ahí están en los arriates o jardineras amontonados en sus bolsitas negras.

Y si acaso llegan a sembrar algunos, sólo es para pelar mazorca, decir caguama y salir en la foto, pues hacen un hoyo, lo pegan, le echan agua y se van, jamás y nunca le vuelven a visitar y a echarle agua, por lo que más tarde que temprano terminan por secarse, como aquella ceiba que el Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, sembrara en la histórica La Antigua, allá por el año 1994, de la que no quedó ni rastro.

No se debe permitir ya que voraces comerciantes o depredadores propietarios de inmuebles maten áreas verdes a capricho y antojo, todo a cambio de intereses monetarios, olvidándose del cuidado de nuestro medio ambiente.

Reitero, por complacencia de cualquier índole se ha permitido que se aniquilen “pulmones” urbanos, por eso es el bruto calor que padecemos, y todo porque simple y sencillamente a alguien le estorba algún árbol o las ramas de éste, porque hay que hacer negocio y el changarro lo tienen que ver los posibles consumidores, de ahí que haya que matar árboles.

No. Eso ya no… ¡Ya basta!

Urge, reitero, que los señores ediles, sobre todo los que vienen al poder a partir de enero próximo, se pongan a trabajar, a sudar el sueldazo, no es posible que no se reflexione al respecto y sigamos matándonos poco a poco.

De no tomarse cartas en el asunto, qué de lamentaciones y lloriqueos habrá no demorando, y entonces y luego entonces, las nuevas generaciones habrán de sufrir y juzgarnos, y bien bonito… ¡Al tiempo, al tiempo!

LA ÑAPA.- Ojala y la mermelada con aroma a papel moneda pase a segundo término, y que en realidad se piense en el pueblo, en los pueblos, en el tuyo, en el mío. Sembremos árboles por favor. Igual ya es hora de prohibir que se siga tirando cagada a los ríos.

Y RECUERDEN: “El que no quiera ver visiones, que no salga de noche. Y al que le pique que se rasque; y al que le arda, que se sople. Escrito y publicado está”.