Agoniza

FRANCISCO MEDINA PALMEROS

 

LA ANTIGUA, VER.- Urge que senadores y diputados se pongan a trabajar en realidad y se dejen de hacerle al mago o al cuento, toda vez que no es posible que a ojos vistos todo mundo contamine el medio ambiente, como ríos por ejemplo, vertiendo aguas negras de toda índole provenientes de casas-habitación y restaurantes, además de materia fecal de humanos, granjas porcícolas, avícolas e industrias queseras, entre otras, y nadie haga nada al respecto.

El biólogo Paco Solana, Director del Museo y Jardín Botánico “Nutall” en la comunidad lantigüense La Posta, mencionó que urge legislar al respecto porque estamos acabando prácticamente con el ecosistema, siendo corresponsables todos, unos por mirar, ser testigos y solapar al no elevar inconformidad, y otros por no hacer leyes que protejan la naturaleza, cuyo ecocidio diariamente se ve sobre el río La Antigua, desde la parte alta hasta su desembocadura con el Golfo de México.

El entrevistado aseveró que, no se puede proteger y cuidar algo que se desconoce, de lo que no se tiene ni idea, y todo porque no vuelven nunca los flamantes legisladores, a donde anduvieron buscando votos que los llevaran a las mieles del poder. No hay salvaguarda de los mismos en ningún sentido, ya que no gastan ni siquiera en unos trípticos donde le informen a la gente lo que no se debe hacer.

Los legisladores bien pueden frenar tanto abuso humano, al elaborar leyes a favor de la naturaleza, convocar a la gente, informarles, decirles qué sí y qué no. Invertirle, apretar para que se apliquen leyes. Por lo que urgen políticas públicas reales, sustentables; cambios profundos que velen por lo que nos estamos acabando irracionalmente, ponerles nombres y apellidos a las cosas que no se deben hacer.

La ley de equilibrio ecológico es letra muerta, toda vez que no hay resultados favorables a favor de ríos, lagunas, esteros o arroyos, pues pareciera ser que dependencias gubernamentales como Pesca tienen mayor interés en lo que pasa por mar abierto con buques cargados de cosas raras que se transportan, pero actividades clandestinas como el furtivismo, ya sea por hambre o comercialización, este no tiene control y no hay ojos para ver, ni oídos para oír.

Y bastaría darse cuenta cómo en La Antigua, el pueblo, en su río, permanentemente redes de lado a lado y que están prohibidas, se dedican a atacar especies en peligros de extinción como los bobos, extraordinarios peces similares a los salmones de Norteamérica y que entran por el río para desovar río arriba, en una excelsa y mágica sucesión biológica, pero todos los años se vende bobo en este lugar, sin control alguno o sanción de por medio debido a la desinformación cabalgante o ignorancia tácita.